Cada vez que se recuerde el nombre de Alexis Argüello, deberá hacerse con la intensa emoción que imprimió a su carrera boxística, uno de los más grandes peleadores de la historia, y sin duda, con el panameño Roberto Durán y el mexicano Julio Cesar Chávez, los tres mejores peleadores latinoamericanos de todos los tiempos.
Tenía 57 años cuando decidió darse un tiro en el pecho hace dos días, para terminar con su agitada y polémica existencia, tras haber surgido, como en casi todas las historia de boxeo, de uno de los barrios más pobres de Managua, para encumbrarse y ganar campeonatos del mundo en tres divisiones diferentes, una de ellas, la de peso pluma, donde destruyó a Rubén Olivares a finales de 1974 en una emocionante pelea que se prolongó hasta el décimo tercer capítulo.
Pero no sólo fue el drama de aquella pelea contra el mexicano, sino aquel par de memorables duelos ante el norteamericano Aaron Pryor cuando intentaba ganar su cuarto campeonato mundial en una división diferente, la de peso welter junior, donde fue derrotado en dos brutales combates que acabaron por nocaut en su contra en 14 y 10 asaltos en 1982 y 1983, peleas que son consideradas entre las mejores 20 de todos los tiempos.
Argüello ganó los títulos mundiales de peso pluma, a Rubén Olivares en 1974, luego en 1978 obtuvo el título de peso superpluma al derrotar en una sangrienta batalla a Alfredo Escalera en Puerto Rico y finalmente la de peso ligero al imponerse al escocés Jim Watt mediante una amplia decisión unánime.
“El Caballero del Ring” como le decían sus coterráneos, es quizá la figura más grande en la historia de su natal Nicaragua, donde por cierto, se decretaron tres días de duelo nacional en su memoria, luego de que fuera hallado muerto en su residencia en las afueras de la capital del país. Alexis tuvo un récord de 82 victorias con sólo 8 derrotas y 65 victorias por la vía del nocaut, lo que motivó que la Prensa Asociada a designarlo el mejor peleador de la historia en la división de los superplumas además de haber sido encumbrado al Salón de la Fama del Boxeo en 1992.
Una de sus últimas apariciones públicas internacionales, fue el año pasado cuando fue el abanderado de la delegación de su país en los Juegos Olímpicos de Beijing.
Turbulencia
Argüello surgió de uno de los barrios mas pobres en Managua e inició su carrera boxística en 1968, misma que se extendió a lo largo de 20 años, en los cuales amasó una gran fortuna, misma que sin embargo, le fue auténticamente robada, cuando el gobierno sandinista decidió expropiarle la mayoría de sus bienes en 1979.
Tratando de salvar algo de su fortuna, decidió irse a vivir a Estados Unidos donde concluyó su carrera boxística, pero con poco dinero y fortuna, no tardó en caer en el alcoholismo y las drogas.
Con un enorme esfuerzo regresó a los rings para realizar su campaña de despedida y decidió regresar a su país natal, donde a finales del 2001 se adentró en la política tras reconciliarse con el Frente Sandinista y apoyó la candidatura de Daniel Ortega a la presidencia de su país.
Llegó a ser vicealcalde de Managua y el año pasado ganó las elecciones pero su triunfo fue cuestionado por la oposición a pesar de lo cual tomó posesión el 5 de enero pasado. Argüello deja a ocho hijos y un recuerdo imborrable sobre su permanente generosa actitud.
Una carrera para la historia
En su impresionante trayectoria, Argüello se ganó el respeto gracias a haber enfrentado a muchos de los mejores peleadores de su tiempo, incluyendo entre otros al panameño Ernesto Marcel quien lo derrotó en su primer intento de ganar el campeonato mundial pluma el 16 de febrero de 1974, tras lo cual, encaró a Rubén Olivares, a quien, luego de ir perdiendo en la pelea, terminó por imponerse con un explosivo nocaut en trece episodios el 23 de noviembre de ese mismo año.
Esa histórica batalla en el Forum de Inglewood atrajo a casi 15 mil aficionados, que provocaron una taquilla record para la época de casi 187 mil dólares. Una fortuna para entonces.
Sus defensas de la corona ante gente como Rigoberto Riasco, Royal Kobayashi y el “negro” Salvador Torres, le ganaron el reconocimiento internacional, por eso, para cuando llegó a enfrentar al “salsero” Alfredo Escalera por el título mundial superpluma, las apuestas estaban divididas y su sangrienta victoria por nocaut en el decimotercer round lo catapultó a las alturas de la fama y la fortuna.
Realizó ocho defensas de la corona del Consejo Mundial de Boxeo, incluyendo la revancha ante Escalera a quien depositó en la lona en tres ocasiones; Rafael “Bazooka” Limón quien terminó con un impresionante corte en el ojo derecho; y una inolvidable ante Bobby Chacón, ante quien perdía hasta el sexto episodio, protagonizando un espectacular regreso en la pelea y haciéndole un impresionante corte de casi cuatro centímetros en el parpado derecho. En el séptimo asalto después de conectar un violento derechazo a la mandíbula del norteamericano, se le fue encima con una impresionante andanada de golpes que concluyó con una cuenta de ocho para Chacón. Al terminar el round, el médico revisó la cortada y decidió detener el combate.
Otros de sus calificados retadores fueron el filipino Rolando Navarrete, el mexico-americano Rubén Castillo y se apuntó victorias en peleas no titulares ante gente como el zurdo dos veces campeón mundial de peso ligero, José Luis Ramírez; el ugandés Corneluis Boza-Edwards, antes de invadir la división de las 135 libras y obtener la corona ante el escocés Jim Watt.
Argüello siguió su exitoso camino, derrotando a otros titanes de los encordados. Pero su carrera habría de llegar a su fin con esos dos violentos combates ante Aaron Pryor, cuando intentaba convertirse en campeón mundial superligero, siendo derrotado con dos impresionantes nocauts el 12 de noviembre de 1982 y el 9 de septiembre de 1983, tras lo cual sólo realizó cuatro combates más antes de retirarse.
http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=442516
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