viernes, septiembre 29, 2006


Dos cuerpos recostados en la noche,
esparcidos por la arena los sentidos…
Dos almas otorgando celo en derroche,
ansiando secuestrar al reloj su cometido.

Robándoles más horas a la existencia
esas que le malversó la vida, el destino.
Dos almas desnudas en su total esencia,
llorando en la ensenada del sinsentido.

Dos sollozos helados en la hoguera,
de la calenturienta fragua del cariño,
siendo la blanca luna el único testigo,
del mal de las heridas de esta guerra.

Dos bocas sangrantes de distancias…
sin haberse hallado, ni besado todavía.
Dos pasiones amordazadas de por vida.
Horas extintas, lacias, caídas sin caricias.

Dos idólatras, dos amores, dos furias,
dos cuerpos, dos espíritus, dos delirios,
dos antorchas en el corazón prendidas,
dos personas, dos volcanes encendidos.

Dos alazanes desbocados sin rienda,
salvajes persiguiendo amor sin medida.
Dos seres que se rebuscan en su locura,
la ultima fracción de amor, de ternura.

Caricias lejanas, manos asidas,
bocas calladas, pasión reprimida.
Silencios que gritan, que dialogan,
diciendo, afirmando con la mirada
que se van buscando en otra vida…
¡Para amarse, aunque nunca se lo digan!

(Desconozco su autor)

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