A medianoche mi mente despierta, cuando todo calla y cuando todos duermen, mi piel, se agita en tu puerta suave y desnuda... tan expectante y húmeda. Es el grito de tus alas azules las que hacen al hombre que hay en mi, son de aquellas en que muerde la noche sus destellos, y hacen vaivenes de plata en tu silueta. Estoy sobre ti, apretando mi cuerpo con firmeza entre tus piernas aladas, me abrazan, se descontrolan, vuelan sus talones en mi espalda acercando celosamente sus muslos en mis hombros. Tu piel es azul como la noche mas inmensa y entusiasta, parecen un millón de mariposas azules golpeando nuestros vientres, tus pechos me hablan y encierran mis labios en sus bordes rosados e intensos, y en lo alto de ellos, un centenar de gotas cristalinas endulzadas, lactantes... maternas y volcánicas. Tu ombligo parecia una enredadera plantando sus raices en mi vientre. Fue asi pues entonces, que mis manos clavaron tus brazos en la almohada, y tu boca se descubría a la mía, gimiendo la miel y la sal de tu rosa labial. Mi dulce mariposa azul, aletea y hormiguea entre tus piernas, te roba el sabor y la humedad, y enciende las olas de este mar de fuego. En tanto volabas, pusiste tu rostro en la almohada y tu espalda y sus limites aumentaban el temblor incanzable de la ansiedad. Mi vientre se acopló majestuosamente bajo tu espalda, mientras mis manos se turnaban sosteniendo tus caderas y tu rostro, ya el fuego parecía inevitable y ambos liberamos el camino del vuelo de aquellas mariposas azules, tu boca mordia mis dedos, y humedecian la almohada con la sal y el zozobrante vuelo nocturno. Pasado un instante, tu cuerpo dio vuelo y con él, tus labios buscaron las laderas empinadas bajo mi vientre, tus manos sostenian las alas de mi mariposa azul, y tu boca ungüia su cuerpo con la prédica insaciable. Ya el momento era cúlmine, y el grito de liberacion se hacia mas latente, ya estabamos listos, era la noche y la hora de alzar las alas, y agitamos el vuelo con mayor frenesí e intensidad, estabamos a unos pasos de alcanzar las manos de Dios, y seguimos ...hasta que al fin, tomados de la luna y de un mar de sabanas blancas, millones de mariposas azules se bañaron en nuestra piel, algunas mias fueron a nadar dentro de tu boca, y algunas tuyas fueron a dar Dulce a la mia, abrazados y atados por nuestra piel. Sentimos el sabor de sus alas y la invitacion de su venida, para una proxima luna cristalina, para una nueva mariposa nocturna...
(DMM)
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