Setenta
El joven poeta dijo a la princesa:
-Te amo.
-Yo también te amo, hijo mío -dijo la princesa.
-Yo no soy tu hijo. Soy un hombre y te amo.
-Soy la madre de hijos e hijas -respondió ella-, y ello; son padres y madres de hijos e hijas; y uno de los hijos de mis hijos es mayor que tú.
El joven poeta protestó: -Pero te amo.
No mucho después la princesa murió. Mas, antes de que su último suspiro fuera recibido nuevamente por el gran suspiro de la tierra, ella dijo desde su alma:
-Mi bien amado, mi único hijo, mi joven poeta, llegará el día en que nos encontremos de nuevo y yo no tendré setenta años.
Gibran Khalil Gibran
jueves, septiembre 21, 2006
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