viernes, junio 08, 2007

Golpe al plan migratorio en Estados Unidos

No acumulan los votos para cerrar el debate; el futuro del proyecto es incierto

Maribel Hastings
Corresponsal de La Opinión

08 de junio de 2007

WASHINGTON, D.C.— El proyecto de reforma migratoria integral sufrió anoche un severo y potencialmente fatal revés en el Senado al no acumular, por segunda vez en el día, los 60 votos requeridos para cerrar el debate y proceder a un voto final. Un total de 45 senadores votaron a favor de cerrar el debate y 50 votaron en contra.

Los arquitectos del colapsado acuerdo dijeron que seguirán adelante. "No nos daremos por vencidos", declaró el senador demócrata de Massachusetts, Edward Kennedy.

Empero, muchos temen que el voto suponga el fracaso de la reforma.

Tal y como lo prometió, el líder de la mayoría demócrata, Harry Reid, dejó de lado la medida migratoria para proceder a otros temas pero dejó la puerta abierta a retomarla una vez puedan arribar a un acuerdo sobre cómo proceder.

Horas antes había dicho que de no reunir los 60 votos el proyecto se daría por terminado. El impasse lo provocó el argumento republicano de que no se le habría permitido ofrecer suficientes enmiendas y la respuesta demócrata de que los republicanos sólo están alargando el debate para tratar de matar un proyecto que de todos modos no apoyarían sin importar los cambios que se le hagan.

"Quiero completar este proyecto, pero no puedo hacerlo solo y no podemos [los demócratas] hacerlo solos", declaró Reid. "Todos tenemos que trabajar, incluyendo al presidente [George W. Bush] si queremos que este proyecto sea aprobado", dijo Reid.

El líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, instó a Reid a "retornar a este tema en un futuro cercano".

Reid indicó que se sometieron 42 enmiendas, 28 con votos directos (15 enmiendas demócratas y 13 republicanas) y 14 votos por aclamación (nueve demócratas y cinco republicanas).

Horas antes, la medida, producto de un frágil acuerdo entre senadores de ambos partidos, falló su primer intento de cierre de debate al acumular 33 votos a favor y 63 en contra, incluyendo 15 demócratas, entre esos, la senadora demócrata de California Bárbara Boxer, quien también votó en contra del cierre en la segunda votación. La otra senadora de California, Dianne Feinstein, votó a favor del cierre en las dos oportunidades.

Tanto la extrema derecha como la extrema izquierda están descontentas con diversos componentes del proyecto. Algunos han buscado la forma de torpedearlo. Por ejemplo, en la medianoche del jueves, el Senado aprobó una enmienda demócrata que fija una fecha de expiración al plan de trabajadores temporales y que había sido rechazada la semana pasada por considerarse que "mataría" el proyecto. Pero algunos que votaron en contra la semana pasada, el jueves votaron a favor.

Las mutuas acusaciones y la búsqueda de culpables por el impasse y la suerte del proyecto no se hicieron esperar.

Reid declaró que si el proyecto muere será, sin duda, un fracaso para Bush porque después de todo, "este es el proyecto del Presidente", y no pudo convencer a los senadores de su propio partido para apoyarlo.

"Es obvio para mí que el proyecto de este año no es demócrata. Es un proyecto en el cual demócratas y republicanos trabajaron, en el cual funcionarios del gabinete trabajaron. Este es el proyecto del Presidente y estamos dando nuestro mayor esfuerzo en tratar de ayudar al Presidente", indicó Reid.

Agregó que le indicó al secretario del Departamento de Seguridad Interna (DHS), Michael Chertoff, que el Presidente tenía que conseguir los votos republicanos porque si el voto de cierre sólo conseguía apoyo demócrata, ya podía ver los titulares diciendo que "el Presidente fracasa una vez más".

McConnell reiteró que necesitaban más tiempo para someter más enmiendas. "La mayoría no va a llegar a ningún lado" tratando de vapulear a la minoría, dijo.

La coalición que mantuvo el acuerdo a flote la integran sólo tres senadores demócratas: Edward Kennedy, Ken Salazar y Feinstein, de Massachusetts, Colorado y California, respectivamente, y nueve republicanos.

Frank Sharry, director ejecutivo del Foro Nacional de Inmigración, indicó que ciertamente hay más republicanos opuestos al proyecto, pero también hay demócratas en contra por lo cual, si fracasa, habría que compartir la culpa.

Es una lucha por ver si el centro prevalece sobre la extrema izquierda o la extrema derecha, dijo.

Pero los verdaderos perdedores, agregó, son los millones de indocumentados, las personas que "no están en la mesa de poder", y a nombre de ellos, dijo, le piden a los senadores que "hagan algo concreto".

Pese a que los demócratas son la mayoría, la medida, sin duda, se inclina a la derecha de la balanza política y deja de lado muchos preceptos por los que abogan los grupos pro inmigrantes e hispanos en temas como la reunificación familiar o beneficios de legalización.

"No hay duda de que la gran mayoría de esta ley es un concepto republicano...y no nos hemos movido mucho de ese concepto, y todas las enmiendas venenosas que han sido adoptadas han sido ofrecidas por senadores republicanos", declaró el senador demócrata de New Jersey, Bob Menéndez.

Su enmienda de reunificación familiar no acumuló los 60 votos que requería bajo un procedimiento parlamentario. Apuntó, por ejemplo, que todos los demócratas votaron por su enmienda, pero que fue la oposición la que invocó el voto parlamentario para requerir 60 votos y los republicanos le votaron en contra.

Con todo, los demócratas mantuvieron el apoyo al proyecto argumentando que existía la posibilidad de enmendarlo en el proceso legislativo.

Varios de los grupos hispanos nacionales han mantenido la misma postura, aunque hay otros que por lo bajo o públicamente dicen que es mejor que el proyecto salga de circulación porque el producto, hasta ahora, es nefasto. La medida altera el sistema de inmigración legal futura de EU de uno basado en lazos familiares a uno que da mayor peso al nivel educativo y profesional de los inmigrantes.

Pero de otra parte, saben que es la última oportunidad que tendrían en años de tratar de obtener un plan de legalización —aunque largo, complejo y costoso— para millones de indocumentados.


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