La tragedia permitió al rico ex empresario mostrar que tiene sensibilidad social
TEXTO JOSÉ VALES • CORRESPONSAL
El Universal
Jueves 11 de marzo de 2010
BUENOS AIRES.— De la historia empresarial de Sebastián Piñera se habló mucho cuando éste decidió entrar de lleno en la política. Pero al desde hoy presidente de Chile no se le conocía esa veta de pelear contra la adversidad en la que apareció sumido durante las últimas semanas, como consecuencia del terremoto que sacudió al país y que parece marcar un parteaguas en su hoja de vida.
Así como su accionar en los días que siguieron a la catástrofe impulsó aún más en las encuestas la figura de la presidenta Michelle Bachelet —quien se retira con 84% de popularidad—, la imagen que los chilenos tenían de quien desde hoy es su nuevo mandatario cambió con la catástrofe y hasta mejoró en los sondeos.
Este economista de 60 años ya no aparece a los ojos del país sólo como aquel hombre risueño con causa, de fortuna cuantiosa y éxitos empresariales y políticos. Ahora prevalece la imagen de un hombre que en circunstancias sorpresivamente adversas es capaz de colocarse la ropa de trabajo y adoptar un rol de sicólogo social.
Sebastián Piñera ha hecho todo para reordenar las estrategias de gobierno y elevar la autoestima nacional, por estos días un poco a la baja. Designó a tres reconocidos profesionales para coordinar la reconstrucción, en el marco del recientemente creado programa “Un techo para Chile” y en su gabinete privilegió a reconocidos profesionales.
El presidente entrante tampoco dudó en pedir a Bachelet que, ante la actual coyuntura, le permita reclutar en la provincia a funcionarios de segunda línea en su gobierno —argumentando que “ya conocen en lo que vienen trabajando” desde la catástrofe— o en mantener una decisión extremadamente difícil: sacar las tropas a la calles para restablecer el orden público, lo que en Chile tiene una pesada carga simbólica, a 20 años del final de la dictadura pinochetista.
Todo encaja como nuevas muestras de su más acérrimo pragmatismo, ese que lo llevó de ser “el fundador pobre” de una empresa financiera a mediados de los años 80, a convertirse en uno de los empresarios más ricos del país; el que lo hizo ser de derecha y oponerse, sin embargo, al mismísimo Augusto Pinochet.
Preparado para vencer
Piñera, quien ayer recibió un mensaje de solidaridad del presidente de México, Felipe Calderón, que le transmitió la canciller Patricia Espinosa, parece haber escarbado en sus orígenes en un hogar de clase media, para salir a recorrer el país tras el sismo. Campechano y jovial, fue mostrándose como un hombre que, además de dinero, tiene sensibilidad.
La adversidad que enfrenta ahora sólo se le había presentado antes en el terreno político, y la venció desde que comenzó a buscar la Presidencia.
Gracias al desgaste y a las divisiones internas en la Concertación Democrática, la sociedad terminó por escuchar esa prédica de “la necesidad de un cambio de estilo en el poder”, de “mantener lo que fue exitoso y cambiar lo que no se atreven a cambiar”, como el fracasado sistema de salud y el paupérrimo sistema educativo, dos lastres de la dictadura pinochetista que la Concertación o no atinó o no se atrevió a transformar.
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