lunes, marzo 22, 2010
¿Hasta dónde puede llegar Messi?
Jorge Barraza
"Su secreto es que sigue teniendo ganas de jugar al fútbol y de aprender. Si eso no lo pierde, se puede convertir en el mejor de la historia, si no lo es ya." La sentencia de Víctor Valdés sobre su compañero Lionel Messi suena fuerte, exagerada. Sin embargo ha despertado un bonito interrogante: ¿hasta dónde puede llegar Messi...?
Porque, cuando uno disfruta de su juego, como el último domingo ante el Valencia o el miércoles frente al Stuttgart, inmediatamente relaciona dos temas: 1) su edad; aún tiene 22 años; y 2) sus logros; ya ha conquistado 3 Ligas de España, una Copa del Rey, 2 Copas de Europa, el Mundial de Clubes, la medalla de oro olímpica, el Mundial Sub-20... Eso sin contar supercopas ni otras hierbas menores. Siempre como figura o goleador.
Y lleva 111 goles en 198 partidos ¡siendo un mediapunta...!
Desde luego, cuando Frank Rijkaard lo hizo debutar frente al Porto con 16 años, tenía claro que se trataba de una posible superestrella. Pero ni el técnico holandés que lo echó al ruedo podía augurar semejante ratificación de parte del rosarino. Ni en tan poco tiempo.
No obstante, más bello aún que sus gambetas, más hermoso que su velocidad y sus goles, es que Messi casi no hace declaraciones, no vaticina, no desafía, él habla en la cancha. Y derriba todos los muros de animadversión o desconfianza que le edifican enfrente.
Cuando logró el Balón de Oro y el premio al Jugador Mundial de la Fifa 2009, cientos de voces se alzaron para decir que era "por el juego de Xavi e Iniesta". Pero ocurre que en este momento extrañamente flojo de los dos armadores (excepcionales, por cierto) es donde Messi ha alcanzado la cima de su juego. El domingo mantuvo él solo al Barsa en la punta a fuerza de juego y de goles. Estaba complicadísimo el partido y el Camp Nou en silencio. Leo lo resolvió con la sencillez de los grandes de todos los tiempos. No sabemos cuánto hacía que un jugador, por su cuenta, ganaba un partido. No marca el cuarto gol de un 4 a 1 de local, hace el primero en un lance difícil.
Dos sábados atrás, el técnico del Almería, Juan Manuel Lillo, declaró antes del partido frente al Barcelona que Messi "sólo juega a hacer jugadas" y que Iniesta era mejor. Leo no abrió la boca, le contestó con dos goles y una actuación fantástica. Lillo es otro más que besa la lona de la realidad. De Messi no habla más.
Algunos lo tildan de individualista. ¿Qué debería hacer la Pulga...? ¿Archivar su gambeta, no patear al arco, no explotar su velocidad, sus grandes virtudes...? Entonces Pelé y Maradona también pecaron de individualistas, pues fueron empedernidos gambeteadores. Si la gambeta es hacia delante, si genera desequilibrio y gol, es lo mejor que le puede pasar al equipo. Cuando un futbolista elude a otro, libera de marca a un compañero. Eso es la gambeta: ventaja.
Sería como haberle pedido a Nelinho, acaso el mejor rematador de la historia, que no fuera individualista, que no le pegara al arco, que la pasara. Y que los tiros libres los ejecutara otro.
Queda para los detractores una carta más: que fracase en la Selección Argentina. Hay una verdad parcial: no se ha destacado tanto con la celeste y blanca como en su club. Pero Leo luce concentrado y silencioso, como siempre, tal vez tenga algo para decir sobre el césped de Sudáfrica.
A nivel idolatría sí muestra goteras. Messi es un muchacho humilde, sencillo, familiero, poco mediático. Y un deportista aplicado, un profesional intachable. Vive para el fútbol. Le dan un mes de vacaciones, vuelve diez días antes y se va a entrenar solo al Barcelona. Es la antípoda del transgresor. Y pocos gustan de un ídolo correcto, puntual, retraído, rasurado, de cabello corto. El público, en su mayoría, adora los genios rebeldes, los divos extravagantes, los talentos indolentes, incluso aquellos mezclados en escándalos o en romances clamorosos. Y si hay drogas o alcohol, más crece el mito. Si Messi fuera inglés. sería un fiasco para los diarios sensacionalistas.
En la Argentina hay una suerte de culto hacia otro jugador rosarino de los 70: Tomás Carlovich, un habilísimo centromedio de Central Córdoba. Una noche de 1974, militando en un club de segunda categoría, jugó frente a la Selección Argentina que se preparaba para el Mundial y deslumbró. No se la podían sacar del pie izquierdo. Ganaron 3 a 1. Tomás era un bohemio, le desagradaba entrenar y a veces faltaba a los partidos porque se iba de caza o de pesca. Era bueno, sin dudas, pero su indolencia agigantó su imagen hasta el límite de la adoración. Y de la exageración. Para el mismo Maradona, Menotti, Pekerman o Griguol, "fue uno de los más grandes jugadores de la historia del fútbol argentino".
¿Hasta dónde puede llegar Messi? Sin lesiones graves, con igual conducta, tiene para 12 o 13 años más en el máximo nivel. En ese escenario, ¿cuánta gloria acumulará, cuántos goles...?
No es bueno analizarlo por lo de la Selección. En Argentina le han minado la confianza, una fórmula inversa a la utilizada por el mundo Barsa. Allá lo miman, lo cuidan, lo protegen desde el presidente hasta el último de los hinchas, pasando por compañeros y técnicos. Y obtienen lo mejor de Messi.
Christian Gross, técnico del Stuttgart, analizó poco y dio en el clavo: "Ya se lo puede comparar con Maradona. Y recién tiene 22 años..."
Jorge Barraza
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/jorgebarraza/hasta-donde-puede-llegar-messi_7448676-1
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