sábado, mayo 10, 2008

Juanes hace historia en el Nokia Theater


Camisa negra, corazón blanco
Aun con prendas oscuras, Juanes derrochó optimismo en su primera noche en el Nokia


Sergio Burstein | 2008-05-09 | La Opinión

Ser un músico latinoamericano con reconocimiento local y convertirse de pronto en una superestrella internacional tiene que traer ciertas consecuencias, se trate del artista que se trate.

Y aunque se ha dicho siempre que Juanes —cuyo verdadero nombre es Juan Esteban Aristizábal— ha mantenido la humildad y el carisma de sus inicios, es evidente que el músico colombiano ha sabido adaptarse al inmenso nivel de popularidad del que goza hoy en día.

Al comienzo de la primera de sus cuatro presentaciones en el Teatro Nokia, la noche del miércoles, el cantante y guitarrista parecía estar aún al tanto de la respuesta de sus seguidores, ya que interpretó varias piezas de manera continua, sin dirigirse casi a la audiencia.

Pero, de pronto, el ex integrante de Ekhymosis tomó una pausa para observar con inocultable felicidad la algarabía que había creado a su alrededor, protagonizada por unos fanáticos que llenaban todas las butacas del auditorio y que coreaban con entusiasmo cada uno de sus temas.

"Cierro los ojos y no lo puedo creer", exclamó desde la tarima, para asegurar después que estar en ese lugar marcaba un momento muy especial de su vida.

Juanes —que vistió todo el tiempo de negro— recordó la importancia de Los Ángeles en el despegue de su carrera solista. Fue aquí donde grabó y promocionó inicialmente su primera placa, Fíjate bien (2000).

Una placa que, por cierto, brilló por su ausencia esa noche, ya que ninguno de sus temas se incluyó en el repertorio.

Y es que si bien Juanes parece haber mantenido la sencillez de siempre, sus intenciones expresivas se han alterado considerablemente con el paso de los años, ya que Fíjate bien —que sigue siendo considerado por muchos como su mejor trabajo— estaba conformado por canciones tan inspiradas como oscuras, con un tinte depresivo que no tiene lugar en la propuesta festiva del presente.

Juanes sigue hablando ocasionalmente de los problemas sociales que existen en el mundo, y nadie puede acusarlo de haber dejado de lado los sufrimientos de su Colombia natal. Pero lo que muestra ahora sobre las tarimas se inclina frecuentemente hacia un optimismo amoroso de sabor comercial, hasta el punto de llevarlo a hacer comentarios que no hubieran sido probablemente parte de su prédica hace algunos años.

"¿Saben lo que pasa cuando veo tantas hermosuras?", dijo en un momento dado, luego de alabar las virtudes físicas de las mujeres que ocupaban las butacas. "Se me para... el corazón".

En la actualidad, el colombiano se muestra coqueto y pícaro en sus comentarios, aunque la mayor parte de sus canciones —con la clara excepción de La camisa negra— lo mantienen dentro de una categoría de "niño bueno" e idealista romántico que le debe mucho a la inspiración del pop contemporáneo.

Esto se pudo notar durante la interpretación de Me enamora, Gotas de agua dulce y Para tu amor, unos cortes que se dirigen hacia el mismo punto, a pesar de sus diferencias de estilo.

Lo bueno es que, en desmedro de sus afanes por ocupar los terrenos del pop comercial, Juanes canta muy bien, se apasiona con la fusión, es un prolífico compositor y toca con brío la guitarra eléctrica, como ocurrió durante el impactante solo de Báilala, una de las mejores piezas de la velada.

A partir de su segundo disco, el artista tomó como molde el tema Fíjate bien —donde había combinado de manera creativa el rock con el vallenato— para grabar varias canciones que, a pesar de ser mucho más comerciales, terminaban pareciéndose mucho entre sí, como Clase de amor, A Dios le pido y La camisa negra.

Pero Juanes tiene el talento y la experiencia suficientes como para no quedarse anclado en un solo estilo y se interesa, incluso, en compartir de manera verbal sus conocimientos, como ocurrió durante la presentación del tema La paga que, según él mismo, fue inspirado por la música huasca (un genéro folklórico colombiano que proviene del departamento de Antioquía, donde nacieron sus padres).

Alguna de sus composiciones tuvieron, además, fuertes aires de trova, como fue el caso de La vida es un ratico y, sobre todo, de Minas piedras, cuya presencia se convirtió en el momento más emotivo de la noche.

Durante su interpretación, se proyectaron sobre las pantallas gigantes unas impactantes fotografías que retrataban a las víctimas de las minas antipersonales, y que fueron tomadas por Gervasio Sánchez en distintos puntos del orbe.

Además, aunque la mayor parte del repertorio fue original, el protagonista de la velada le rindió tributo a la salsa y, sobre todo, al legendario sonero colombiano Joe Arroyo, al presentar unas encendidas versiones de dos temas suyos: La noche y Rebelión.

Con estas piezas, Juanes puso finalmente a bailar al escaso segmento del público que no lo había hecho durante la interpretación de sus temas propios.

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