martes, mayo 08, 2007

Gana Mayweather


Arrebata el triunfo a Óscar de La Hoya por decisión dividida de los jueces en Las Vegas

Rafael Ramos Villagrana
Enviado especial

06 de mayo de 2007

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LAS VEGAS, Nevada.— El desenlace fue electrizante. Se fajaron en todos los terrenos. Sin piedad, sin tregua, temerariamente, anhelante de la proeza, ansiosos de nocáut. Los 18 mil asientos ocupados, pero vacíos, los alaridos eran el himno de la histeria colectiva. Un cerrojazo cautivante para el cierre del emotivo combate… y una decisión protestada: victoria con sentencia dividida para Floyd Mayweather.

Óscar mueve el rostro de desencanto al escuchar el sonido oficial. La afición castiga severamente con silbidos y abucheos.

Floyd celebra con saltos circenses sobre el ring.

"Ós-car, Ós-car", surge por última vez de la tribuna, pero más como ofrenda fúnebre respetuosa que como bálsamo para la derrota.

Esto es simple, De la Hoya fue más en agresividad, pero Floyd Mayweather fue mejor en contundencia.

Mayweather había impuesto su ley. La consistencia de su castigo, la solidez de sus golpes, la forma certera en la que los fue conectando, especialmente con espectaculares sacudidas al rostro del adversario, le fue sumando simpatías en las tarjetas de dos de los jueces.

De la Hoya asumió la responsabilidad. Hizo el desgaste. Persiguió intentó, arrinconó, castigo, pero la lluvia de impactos eran más de cantidad que de calidad, eran a los brazos siempre sólidos de Floyd, y sus arremetidas, nutridas, intensas, eran como sobre una piñata sólida a la que nunca pudo encontrarle el golpe definitivo que le detonara la victoria.

116-112, 115-113 fueron el saldo a favor de Mayweather y 115-113 en beneficio de De la Hoya. La Opinión registró 115-113 para De la Hoya. Los números finales tienen constancia de la historia:

De la Hoya tuvo el 21% de efectividad en sus golpes lanzados (122 de 587) por 43% de Floyd (481-207)

Óscar tiró 246 jabs y conectó 40 para un 16%, por 240 emitidos por parte de Floyd con 69 contactos para un 29%. En golpes de contacto directo, De la Hoya tuvo 24% de efectividad al conectar 82 de 341, mientras Mayweather registró 57% de efectividad con 138 impactos de 241 lanzados.

Pepe Aguilar con el himno mexicano y Marc Anthony con el estadounidense habían metido sensibilidad en la piel de los 18 mil ansiosos aficionados, cuando apareció con un chantaje sentimental en la vestimenta Floyd Mayweather: ataviado con los colores de la bandera mexicana, encima se caló un sombrero de charro con mucha propiedad.

Al aparecer en escena, la tribuna mexicana empezó a abuchearlo con dureza, pero súbitamente guardó silencio, estupefacta por el homenaje de Floyd a la fiesta del Cinco de Mayo, conmemorativa de la Batalla de Puebla, en la victoria histórica de México sobre el Ejército francés.

Para contrarrestar, Cecilia de la Hoya dio la bienvenida a su hermano con Traigo la Sangre Caliente, coreada por la demografía mexicana en la tribuna del MGM Arena.

El combate comenzó dentro de lo previsto, pero lejos de lo previsible. Óscar de la Hoya salió encima a buscar a un adversario que supuestamente se escurriría por el contorno de las cuerdas.

Los tres primeros asaltos, De la Hoya encuentra a Floyd, logra arrinconarlo, meterle golpes en diferentes espacios, algunos en la cabeza que lograron sacudirlo.

La tribuna se llena de euforia, de ilusión y se descuelga vibrante el grito de "Ós-car, Ós-car".

En el cuarto, Floyd recorre mejor las paredes del cuadrilátero y empieza a explotar el irritante, constante uso del jab en el rostro de De la Hoya.

Floyd explota en el quinto. Sacude la defensa de Óscar le mete dolor y rubor la ceja izquierda de De La Hoya. Un recto y un volado de derecha estremecen al mexicoamericano, que sale mal parado y condicionado por el castigo.

En el sexto y séptimo nuevamente De la Hoya recupera el dominio, pero aunque logra arrinconar y castigar a Mayweather, éste se escurre de la trampa, como gato rabioso y una sonrisa burlona, sin dejar de untarle puñetazos, especialmente con poderosas derechas, sobre todo porque la guardia derecha de Óscar empieza a ceder.

¿Alcanzará la estrategia? De la Hoya despierta los gritos de "Ós-car, Ós-car"en el octavo, cuando de nuevo encierra varias veces contra las cuerdas a Floyd, pero el castigo continuado no parece hacer mella ante la desesperación de Óscar. Ser más agresivo no significa pelear mejor, quedaba claro.

En el noveno, Floyd demuestra que su velocidad y ritmo están intactos. Mete dos castigos violentos a la humanidad del adversario, sin cimbrarlo, sin sacudirlo, pero haciéndolos aparatosos.

Rastros de agotamiento empiezan a aparecer en el rostro de De la Hoya, mientras Mayweather, vulnerado por el pausado castigo, aún ofrece sin embargo velocidad y resistencia para conectar dos derechazos sobre el desguarnecido flanco diestro de Óscar.

El asalto 11 se llena de dramatismo, porque Floyd encuentra varias veces el rostro de su contrincante con golpes directos, certeros, puntuales, mientras la respuesta de De la Hoya sigue siendo en cantidad más que en calidad.

Con decisión unánime, laboriosa, pausada, penosa, el también mexico-americano Rocky Juárez sentenció la victoria sobre su paisano de Round Lake, Illinois, José Hernández.

Con el cinturón pluma de la AMB/Federación Latina, Juárez, nativo de Houston, espera finalmente acceder a un título mundial y lo intentará en la división de las 126, "porque en este momento es mi peso natural".

Rocky castigó, apabulló a su adversario, lo depositó en la lona. "Pero simplemente no pude rematarlo", aceptó.

En la tercera de la noche, el filipino Rey "Boom Boom" Bautista fue salvado de la lona por una intromisión del réferi cuando el argentino de Salta, Sergio Medina, lo tenía a un par de combinaciones de rematarlo.

Bautista se recuperó tras la cuenta de protección y regresó en los dos siguientes asaltos para, desesperado, castigar a su adversario y recolectar una extraña decisión unánime de los jueces, que le permitió ajustarse el cinturón pluma junior de la OMB.

Rafael.ramos@laopinion.com

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