sábado, enero 06, 2007

Los Reyes Magos


Carta a Los Reyes Magos

ANTONIA ASENCIO/



Los Reyes Magos nos regalan cada Navidad Oro, Incienso y Mirra. El oro considerado como el metal más perfecto es el símbolo del conocimiento, de la luz, de la riqueza espiritual y de la pureza. El incienso es el encargado de elevar a lo más alto cualquiera de nuestros deseos y la mirra por el contrario nos ata a la tierra, a nuestras luces y nuestras sombras como mujeres y hombres. Así creamos o no en la Navidad o en los Reyes Magos cada nuevo año nos hacemos nuevos propósitos confiados en que este va a ser nuestro mejor año y la esperanza ese futuro mejor es el motor con el que iniciamos un nuevo ciclo en nuestras vidas. Notarán ustedes un tendedero más melancólico y menos reivindicativo; eso se corresponde también con un particular estado de ánimo debido a los últimos acontecimientos que jalonan mi vida. Como muchas otras personas he sentido como el desamor, el engaño y la mentira se iban apoderando del día a día, como de quien menos te lo espera llega la traición. Nada nuevo y nada original pensarán, es cierto, pero no hay nada más humano que el sufrimiento, y nada hace más sensible al dolor ajeno que el dolor propio. Por eso esta es mi particular carta a SSMM de oriente:

Para mis hijos, para todos nuestros hijos e hijas pido que no les falten los besos, las sonrisas y la ternura; que tengan un horizonte lleno de esperanza e ilusión sin importar si viven en el norte o en el sur, en el campo o en la ciudad, si son distintos en su origen o en su credo, si sus padres tienen o no papeles, ni ninguna otra cosa que por ser diferentes les haga desiguales. Que ningún niño o niña tenga que presenciar ningún acto de violencia en su familia, que ninguna niña pueda pensar que le hubiera gustado ser niño porque así es más fácil

Para mi, para nosotros los adultos que siempre pensamos en todas aquellas cosas materiales que creemos necesitar os quiero pedir que recuperemos la ilusión, la capacidad para sobreponernos a los reveses de la vida, recoger nuestros pedacitos y renacer. Mantener la memoria y aprender de los errores; recuperar la esperanza en el amor, pensar que es posible. Sentir que la lealtad y el compromiso siguen siendo grandes dones. Que no renunciemos a esa hermosa utopía de cambiar el mundo y hacerlo más justo.

Estoy segura de que todas estas peticiones serán atendidas a pesar de que también merecemos una buena dosis de carbón.

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