Al seleccionado le quedó la incertidumbre de haber ganado por la mínima diferencia. Fue un triunfo con todas las de la ley, aunque no estuvo exento de angustia y sufrimiento. La Argentina, hasta ahora, es un equipo que está a la buena de Lionel Messi. El n°10 es un jugador que se reserva toda su expresión para el campo de juego. No fue otro que Messi el que abrió el camino a una victoria que debe bajar en tinta algunos aspectos a mejorar.
No hace falta desmenuzar mucho para encontrar rápidamente una producción deshilachada desde lo colectivo y táctico, aunque ilusionante y tranquilizadora tras observar el rendimiento de Messi. Lío participó en ocho de las diez oportunidades de gol que tuvo la Argentina.
El seleccionado salió a atacar en tromba . Gobernó el juego y el territorio desde el comienzo, y encontró su premio con el cabezazo de Heinze, a los seis minutos, tras un centro preciso de Verón. La multitud argentina estalló en una sílaba, en un éxtasis, en un gol.
En el arranque
En un primer tiempo interrumpido y con algunas lagunas, quedó en evidencia que el desequilibrio y la creación son monopolio de Messi. El jugador de Barcelona acumuló marcas y se despojó de esa sensación de paso cansino cada vez que tomó la pelota.
Encaró eléctricamente como lo hace en España, a veces con la cabeza gacha pero con el arco en la mente.
La frescura y la velocidad de Messi fueron un problema sin solución para una defensa nigeriana demasiado pesada, con una temible presencia física, aunque desordenados y de poco criterio.
El verdadero obstáculo que detuvo a Messi fue el arquero Vincent Enyeama, con varias intervenciones a destacar, además de las que le contuvo a Higuaín, en la primera parte. A la Argentina le faltó ser más fina en la definición para llevarse una ventaja mayor.
Después del gol de Heinze, el juego se hizo cortado. El eje creativo entre Verón, Messi y Tevez no tenía el dinamismo del comienzo y a Di María se lo percibía ausente.
De a poco, Nigeria se animó a pensar en el arco de Romero, que se mostró seguro en las alturas y no así cada vez que utilizó el pie.
Obasi, por la izquierda, fue siempre un dolor de cabeza para Jonás Gutiérrez, a veces muy desorientado en su ubicación de lateral.
Lejos de ser Nigeria ese rival alarmante del 94 o aquel que compitió por la gloria olímpica, a esta versión le falta ese carácter explosivo que suele diferenciar a los equipos africanos.
Es un seleccionado vulgar, sencillo y con acentuadas fallas defensivas. Sin embargo, así y todo, se las ingenió para inquietar a la Argentina. ¿O acaso el disparo de Taiwo que rozó el palo no paralizó el corazón a más de uno?
Unicamente el arquero nigeriano evitó que la victoria hubiera sido mayor. El seleccionado ganó en su presentación, aunque aún es un equipo con cabos sueltos.
http://www.elcomercial.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=10311:la-incertidumbre-de-ganar-con-lo-justo&catid=22:destacada&Itemid=108
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario