El enviado especial de RUMBO e ImpreMedia en Sudáfrica habla de los significados del Mundial 2010
Rafael Ramos Villagrana / Enviado Especial |2010-06-11 | La Opinión
JOHANNESBURGO, Sudáfrica.— Un país se convulsiona de júbilo. Felicidad y alegría son palabras que en cada esquina de Sudáfrica se venden como mensaje infalible del bienestar de un país por ser sede de la Copa del Mundo.
Sudáfrica 2010, el Mundial más complicado para consumarse, goza de cabal salud.
La Copa del Mundo, como cada cuatro años, es la fiesta que divide y que une al mundo.
Como cuatro años, es la monumental magia del futbol, la que agrupa y la que desintegra, la que fusiona y la que pulveriza.
Como cada cuatro años. Los corazones se paralizan durante 90 minutos.
El mundo del futbol se reduce a 32 naciones.
El resto son parte de la fiesta, pero no parte de los comensales.
Sudáfrica hizo el milagro. Desafiando pronósticos, desafiando sus propias carencias, sus propias enfermedades y sus propias preocupaciones.
La FIFA se encargó de que la sangre nutriera a un país que reclamaba ayuda.
Histórico este Mundial.
Porque es el primero en África y porque el continente entero será un guerrero unido, en diferentes frentes para que la primera Copa del Mundo tenga una nueva vitrina en un continente pujante en el futbol.
África quiere romper con los yugos que han impuesto América y Europa en el futbol mundial.
Y para enarbolar el caudillaje de ese anhelo de libertad sólo puede ser Sudáfrica, el ejemplo histórico, mundial, de que hay luchas que aún pueden ganarse con la voz de la paz.
Joseph Blatter lo describió mejor que nadie: "Nelson Mandela es el icono viviente de la paz y de la esperanza para la humanidad".
Mandela es parte del milagro sudafricano y parte del milagro mundialista.
Y la nación entera lo conserva como el libertador, como el caudillo que devolvió una nación a su nación, que devolvió la tierra a su pueblo y que ahora, con el futbol, ha puesto las más maravillosas de las condiciones humanas en los sudafricanos: pasión, ilusión, fe, esperanza y la reconfirmación de su propia libertad.
El país se ha transformado.
La herencia será generosa.
Estadios, infraestructura, tecnología, atención.
"El Mundial nos ha puesto en los ojos del mundo nuevamente. Primero Mandela, siempre Mandela, y con él el futbol", es casi un estribillo de convicción y de ilusión de los sudafricanos.
Ellos y su fe en los Bafana Bafana.
Ellos y su hambre de victoria.
Nadie mejor que el técnico de Sudáfrica, Carlos Alberto Parreira para describirlo puntualmente.
"Con 60 millones de personas apoyando con esa pasión, nadie puede vencernos, nadie debe detenernos. Nadie en este equipo duda de lo que todos podemos conseguir".
Mandela ha sido, como siempre, más conciso e implacable.
"Si ganamos nuestra libertad, podemos ganar cualquier otra cosa", dijo el líder sudafricano.
Y en cada rostro negro, ese color donde se funden todos los colores del arcoiris, uno encuentra una sonrisa blanca y unos ojos húmedos, abrillantados de felicidad, porque el Mundial es suyo… y el mundo también.
http://www.impre.com/laopinion/deportes/futbol/2010/6/11/sudafrica-2010--pasion-con-his-193568-1.html
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